Se desvela el componente que hace brillar los vehículos

coche amarillo

El dióxido de titanio es un componente esencial en la revolución que está teniendo lugar en las pinturas de automóviles. Sin esta sustancia, nuestras carreteras serían lugares de lo más grises. Veamos el motivo.

Cuando nos planteamos comprar un coche, uno de los primeros detalles en que nos fijamos es el color de la carrocería. Desde el emblemático Rosso Corsa popularizado por Ferrari hasta el histórico Racing Green de Jaguar y el legendario color de las “flechas plateadas” de Mercedes-Benz, la tonalidad de un vehículo puede ser una declaración de intenciones o una mera elección estética.

Los colores de los automóviles han desempeñado un papel vital en la historia del automovilismo, sobre todo cuando no había patrocinadores y los equipos de deportes como la Fórmula 1 pintaban los coches para que reflejaran la nacionalidad de la marca o del piloto.

Sin embargo, de no ser por el dióxido de titanio (TiO2), hoy habría una gama cromática mucho más reducida a nuestra disposición.

Como en las décadas pasadas se ha ido prohibiendo el uso del óxido de plomo en las pinturas, el TiO2 se ha convertido en el pigmento blanco más común del mundo en estos productos.

Ahora bien, ¿qué implica utilizar pinturas con TiO2 en los vehículos?

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Una explosión de color en las carreteras

Gracias a que los principales fabricantes de pinturas y revestimientos para las industrias automotriz y aeroespacial basan sus productos en el TiO2, la pintura de nuestros vehículos es más brillante, variada y duradera que nunca.[1]

El TiO2, el más blanco y brillante de todos los pigmentos conocidos, aporta un lustre y una resistencia únicos a toda clase de vehículos, como automóviles, camiones, autobuses, embarcaciones, trenes y aviones.

Entre las muchas cualidades deslumbrantes del TiO2 destaca su elevado índice de refracción, superior incluso al del diamante; en consecuencia, los otros pigmentos no pueden competir con él en cuanto a brillo se refiere.

El TiO2 se produce con un tamaño de partícula controlado para optimizar la dispersión de la luz visible cuando se emplea en una pintura. Dicha capacidad de dispersar la luz permite pintar los vehículos con tonalidades de todo el espectro de color visible.

La posibilidad de elegir cualquier color contribuye a fabricar vehículos más atractivos, mientras que la opacidad del TiO2 ofrece una protección completa a la superficie ahorrando pintura y dinero. Así pues, emplear el dióxido de titanio como pigmento base garantiza la intensidad y el brillo de toda la escala cromática y permite hacer un uso eficiente de los recursos.

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Un brillo duradero

Además de regalar llamativos colores a los vehículos, el TiO2 ayuda a conservarlos. Por medio de su interacción única con la luz, el dióxido de titanio no solo mantiene los automóviles frescos, sino que también los protege contra los rayos ultravioleta y el consecuente deterioro de la pintura; así, nuestros vehículos preservan su brillo durante más tiempo.

Asimismo, el TiO2 es crucial para poder pintar los vehículos de emergencia de colores brillantes y vistosos.

Aparte de en la pintura, el TiO2 está presente en las piezas de plástico de los coches con una misión importante: aumentar su durabilidad y resistencia a los efectos de la intemperie, así como otorgarles color, opacidad y brillo.

¿Vehículos autolimpiables?

Tal vez suene demasiado bonito para ser cierto, pero podría hacerse realidad. En estos momentos ya existe un cristal autolimpiable que usa un revestimiento fotocatalítico especial a base de dióxido de titanio. Dicho revestimiento ayuda a descomponer la suciedad, lo que permite eliminarla con agua mucho más fácilmente.

Las pinturas de automóviles con propiedades similares están a punto de salir al mercado. Los investigadores llevan un tiempo experimentando con la pintura superhidrófoba, capaz de repeler el agua y la grasa.

En resumen, el dióxido de titanio mejora el brillo, la resistencia y la visibilidad de su vehículo, y quizás en el futuro hasta le ahorre tener que lavarlo.

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